“Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero, que está dentro de tus puertas.
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”.
Éxodo 20, 8-11.
Este mandamiento nos enseña seguir el ejemplo de nuestro creador.
Cada acto que realicemos en nuestra vida siguiendo el ejemplo de Dios, nos va convirtiendo en seres de luz, porque Dios es Luz. Esto es lo que Dios quiere lograr en nosotros al instaurar todos sus mandamientos: que cumpliendo con todos sus estatutos seamos puros y perfectos en toda obra.
Así tal y como el Creador Supremo trabajó seis días y al séptimo (que es el último) descansó, debemos nosotros hacer. Tomando esta escritura y poniéndola por obra, además de seguir el ejemplo de Dios, estamos obedeciendo su palabra.